lunes, 3 de octubre de 2011

Gyeongju



Anyong haseyo!! Cuánto tiempo sin escribir!La verdad es que soy un poco descastada y debería de actualizar mi blog más a menudo. Desde que no escribo han pasado muchas cosas, por cuestiones de tiempo y espacio no las puedo contar todas pero intentaré centrarme en lo más relevante de estos 8 meses.
Empezaré por terminar de contar mi viaje a Corea. Como os comenté en mi anterior entrada, en febrero visité Gyeongju, un pueblo al sur de Corea, conocido como la ciudad museo por las los templos y tumbas que se encuentran por toda la ciudad. Además, fue durante 1000 años capital de la dinastia Shilla y aunque es pequeña guarda aún mucho encanto.
Durante mi visita me dediqué sobretodo a pasear por la ciudad y alrededores. Uno de los días decidí hacer una ruta por una de las montañas cercanas, no llevaba ropa adecuada para andar por el campo, solo mi abrigo negro de michelín que era más adecuado para el frío gélido de Seúl, pero aún así me animé y elegí la ruta que según mi guía era la más popular y segura, la del monte Namsam.
Había varias caminos pero por motivos de seguridad escogí el más concurrido, la vista era preciosa, por en medio del bosque, el rio totalmente congelado y budas "escarvados" en las rocas, el único inconveniente lo encontré en lo popular del camino, mogollón de familias, los niños gritando, las suegras que entorpecían el camino...No todo fue malo, los caminantes al ver a una extranjera sola y con ropa poco apropiada creo que sentían pena y me iban ofreciendo comida y bebida por el camino, llegué a lo alto de la montaña con el bolso lleno de naranjas y frutos secos. A pesar de este grato acogimiento decidí que para bajar lo haría por un camino menos concurrido, que me permitiera disfrutar más de la naturaleza¡ Qué gran idea!...
Empecé el descenso y durante 10 minutos todo fue bien, solo me crucé con dos personas que subían, llegué a una parte del camino que para bajar tuve que sentarme, agarrarme a unas rocas y saltar, es decir que si bajaba yo no podia subir...Después de andar un poco más me encontré a un hombre sentado en una roca, que amablemente me saludó y me ofreció otra naranja, mientras me la comía me puse a mirar alrededor para ver por donde seguía el camino de descenso, el hombre señaló a su lado, una rocas, me asomé y lo que vi fue una cuerda con nudos,¡ahhh!¡qué mal rato más grande!yo no tengo fuerza para agarrarme a una cuerda y bajar unas rocas, pero lo peor es que sabía que no podía volver para atrás. Esperé a que el hombre de las naranjas se fuera, y cuando me quedé sola empecé a rezar a todos los dioses y diosas que conozco para que me ayudaran a bajar, es increíble lo que hace el miedo y la desesperación pero de repente dejé de pensar, me agarré a la cuerda y empecé a descender, más que una montañera, por mi abrigo y mis pintas parecía Batman, menos mal que no había nadie cerca para ver el espectáculo. Finalmente lo conseguí, eso sí las manos ensangrentadas de lo fuerte que me agarré a la cuerda.
Llegué a la siguiente parte del camino y sí, las vistas eran espectaculares, la guía tenía razón, pero de nuevo ya no sabía por dónde tenía que continuar, solo veía matorrales por los que no había ninguan senda o precipicios y esta vez no encontré a ningún hombre con naranjas. Oí voces a lo lejos así que decidí calmarme un poco y esperar a que alguien pasara, al rato aparecieron de entre los arbustos un hombre con su hijo, les pregunté si sabían por donde se podía bajar, el hombre no hablaba inglés pero el hijo, adolescente, nos traducía. Me preguntaron que de dónde era y me indicaron un camino, yo miré y solo vi una especie de precipicio con rocas, de verdad, ¿quién me mandaría a mi?? El caso es que empecé a bajar dando resbalones, cayéndome un poco, pero sin mirar atrás para que no se quedaran con mi cara. A los 5 minutos escucho "Spain!!", me giré y eran el padre y el hijo. El chico me dijo que habían decidido bajar conmigo, qué amables, yo creo que sintieron pena y no me quisieron dejar sola. Estuvieron todo el camino haciendome preguntas sobre España y sobre qué hacía en Corea... La verdad es que me ayudaron a que se me pasara la angustia y el acojone de estar perdida. Al llegar abajo me dijeron que les gustaría invitarme a comer a un restaurante muy conocido de la zona, ¡uy, qué bien! ¡comida gratis!!Acepté la invitación, y me llevaron a un restaurante donde lo típico era sopa de noodles frescos y tofu caliente, todo muy bueno. Después me llevaron en coche hasta el hotel, así que finalmente puedo decir que no fue tan mala idea coger la ruta menos transitada...

El resto de mi estancia en Incheon fue más tranquila, acabé el curso con 6 alumnos y una minifiesta con regalos incluídos, ya me estoy acostumbrando a las costumbres coreanas, me encantan que los alumnos sean tan pelotillas. Esta vez congenié con varias alumnas que eran mas o menos de mi edad y con las que salí varias veces. En cuanto al trabajo, mi jefe me dijo que no cerrara mi cuenta del banco por si finalmente me volvía a llamar y así lo hice.

Mi vuelta a Málaga fue bien, al día siguiente de llegar me llamaron para trabajar en una academia para dar cursos de inglés online, trabajo que compaginé con mis clases del máster de inglés de la Universidad, todo muy intenso, incluída todas las visitas que he recibido en estos meses, donde he estado más tiempo acompañada que sola. Nadie diría que vivo independizada.

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