Ya llevo más
de 2 semanas en Manhattan y ya parezco una manhateña, estoy superintegrada
hasta me he hecho la tarjeta de la biblioteca. Además, todos los días veo Sexo
en Nueva York y por la calle voy escuchando a George Benson, aquel que cantaba On
Bradway taratan tantan... Como no quería parecer la típica turista decidí que
podía aprovechar mi tiempo aquí haciendo cosas que haría si viviera en la Big
Apple. Así que miré en el Timeout (una revista ideal para saber qué cosas se
pueden hacer en la ciudad) clases de cualquier tipo. Estaba abierta a opciones
lo único que quería (y aún quiero) es sentir que aprovecho el tiempo. Así que
de lo que vi, lo que más me llamó la atención fue “dance lessons”. Aquí,la música y el baile se siente por todas partes, la gente baila sola por la calle (y sin música), los grupos tocan por la calle y hay conciertos gratis en todos los parques, el otro día en Tompkins Park, había un grupo cantando "I love Marihuana" y otros grandes éxitos, que sería el equivalente a nuestro "Me estoy quitando" de Extremoduro. También fui al concierto gratis de St. Vincent en Prospect Parc, Brooklyn. Para mi una cantante totalmente nueva que suena muy bien, aqui por lo visto es muy famosa. Aunque en el parque había más gente haciendo barbacoas que oyendo el concierto.
Como New York rebosa arte por todas partes, dar
clases de bailes es lo más fácil del mundo, lo digo porque hay por lo menos
3 academias de baile en cada manzana o cuadra, como se diga, el caso es que vas paseando
y miras a los lados o hacia arriba de los edificios y es raro no ver salas con gente danzando, estoy segura de que si hubiera vivido aquí habría bailado mucho y tal
vez hubiera acabado siendo la bailarina de Janet Jackson que siempre he soñado,
yo podría haber sido la J-Lo española y me hubiera llamado M-Jo.
A la primera
clase que me apunté fue a la de baile contemporáneo, me costó 17 dólares, no
demasiado cara por 90 minutos de clase. El lugar fue el 92Y en Lexintong
Avenue, en Upper East Manhattan, una zona muuuu pija, se nota el poderío que
hay en esa zona porque los edificios tienen porteros de carne y hueso. Me
pregunto qué función tendrán todo el día, aparte de saludar y abrir las
puertas. Parece que tener a alguien que te haga las cosas da más caché, eso de
abrir uno mismo la puerta o tener que pulsar el dedo en un portero automático
queda muy barriobajero. Llegué al sitio que está en un edificio que además de
academia de baile, también tiene restaurante, teatro, sala de actuaciones, etc.
Llegué 10 minutos antes a la clase y dentro solo había un chico tocando el
piano, entré y le pregunté si era allí la clase de baile contemporáneo y me
respondió que sí y que empezaría en 10 minutos, fui a cambiarme y cuando volví
ya había una chica asiática y un hombre de mediana edad con mallas de tirantes,
nunca había visto uno, así que no pude dejar de mirarlo. Empezó a llegar más
gente aunque finalmente no fuimos más de 10, incluida la profesora una mujer de
unos 60 años muy atractiva y con tipo de bailarina, sobretodo por los juanetes
que tenía. La clase comenzó y cuál fue mi sorpresa cuando el chico que antes estaba
antes tocando el piano no solo no se fue sino que se quedó tocando para
nosotros, no solo el piano también los tambores, la pandereta (o el instrumento
que se le parece) y otros más. La profe le iba diciendo qué tipo de ritmo tenía
que hacer para que nos fuera acompañando en los movimientos, fue superguay, o
como dirían aquí supercool. Además de esto, el suelo de la sala estaba impoluto
a pesar de revolcarnos no vi ni una mota de polvo ni un pelo, se ve que a los
ricos no se les caen los pelos, salí encantada y queriendo ser rica.
A la semana
siguiente, decidí probar otro tipo de baile, aunque me encantó el contemporáneo
quería hacer otros así que me apunté a clase de Bollywood. Esta vez la academia
estaba en Midtown, en 52 West, no tan pijo como el primero. El edificio no
tenía restaurantes, solo ascensores y la clase que me tocó no tenía músico,
solo un radio cassette, y todo era más cutre, lo noté sobretodo cuando me quité
los zapatos y se me pegó un pelo que no era mío. En la clase también había un
chico, pero este era indio o de alrededores y no llevaba mallas llevaba la ropa
de la oficina, pantalones y camisa, al ver que todos nos descalzamos él también
lo hizo. La profe, una chica joven también india o de los alrededores, dijo que
empezaríamos calentando, así que encendió el “loro” y de repente me
teletransporté a la India, esa música tan animada que allí se oía en todas
partes. El calentamiento parecía ya una coreografía de peli, y el resto de la
clase también, a pesar de la diferencia de medios tengo que reconocer que esta
clase fue más divertida que la anterior, hasta el chico con la ropa de
oficinista bailaba con gracia india. Los podres creo que saben divertirse mejor
que los ricos a veces…
Además de
aprender nuevos movimientos también estoy aprendiendo mucho sobre la fauna,
para empezar comparto piso con los primos de Speedy Gonzáles, aunque los de mi
piso no cantan ni bailan, solo se pasean delante de mí para que yo sepa que
ellos están ahí y para que no me sienta sola. Por las noches me cuesta dormir,
mi cerebro no está aún hecho a los nuevos ruidos. La primera noche no paraba de
oír a alguien dándole vueltas a la cadena de la bici y me preguntaba quién
sería el listo que a las 3 de la madrugada estaba arreglando la bici y no
paraba, al día siguiente cuando estaba paseando por el parque oí de nuevo ese
ruido y fue entonces cuando me di cuenta de que era un pájaro, mi cultura no
para de crecer, aún tengo que averiguar cómo se llama el lindo pajarito.
Y para pájaros
los de Central Park, el otro día estaba sentada en un banco leyendo, desde que
estoy en New York intento parecer más culta y me compro el New York Times y
hasta la revista de Oprah, el caso es que estaba tranquilamente en el banco
cuando de repente veo a un mogollón de gente delante de mí con los móviles en la
mano haciendo fotos, mire a mi alrededor a ver si había alguna celebridad pero
no, a lo que estaban apuntando era a un pájaro, aún sin identificar por mí, un
halcón, un búho, supercoco? No lo sé, para no desentonar yo también le hice una
foto. Lo único que me quedó claro era que era más grande que una paloma y mucho
más bonito.
Los parques aquí
son una jungla real, un mini Amazonas, hay tortugas, mapaches, ardillas, gente
que no se lava desde la prehistoria, y una de las cosas más bonitas que he
visto desde que he llegado, luciérnagas, es mágico ver destellos de luces apareciendo
o desapareciendo al anochecer. Bueno, espero que sean luciérnagas y no mi
cerebro porque después de inhalar tanta marihuana en los parques ya empiezo a
tener alguna duda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario